Jorge Luis Borges en Egipto

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María Kodama desempolva los recuerdos de Borges en Egipto y Marruecos

La viuda de Jorge Luis Borges, María Kodama, nos habla de su viaje a El Cairo que realizó junto al gran escritor argentino en 1984 . Desempolva veintiocho fotografías privadas del viaje y grandes anécdotas.

Maria Kodama, la que fuera esposa del escritor argentino recordó con una sonrisa aquellos momentos compartidos bajo las pirámides de Sakkara, cerca de El Cairo, entre otros lugares en Egipto.

«Fue maravilloso, pasamos una noche en el desierto y él fue muy feliz con ese viaje; y yo también», dice Kodama, que en repetidas ocasiones ha marcado ese momento como el más especial de sus viajes con Borges.

En las instantáneas, se puede ver al matrimonio junto a las pirámides de Guiza, a una joven Kodama subida en un camello o a la pareja en una feluca (pequeña embarcación) navegando por el río Nilo.

Según la escritora y difusora del legado de Borges, Egipto siempre ha tenido un lugar especial en ella, hasta el punto de, cuando era pequeña, recortó y pegó una imagen del chacal del dios funerario Anubis y pegarlo en el cabecero de su cama.

«Pensaba que me iba a dar protección», bromeó la argentino-japonesa, que añadió que, a través de imágenes como esa, Egipto forma parte de ella misma.

En 2015 presentó en El Cairo una exposición itinerante con las fotografías de aquel viaje de 1984. Al acto de presentación acudieron diferentes autoridades y personalidades de las letras hispanas en Egipto, como la presidenta de la Asociación de Hispanistas Árabes, Nagwa Mehrez.

En ese acto también estuvo presente el embajador argentino, Sergio Alberto Baur, que afirmó durante su discurso inaugural que espera que este sea el inicio de una colaboración de las diferentes instituciones pertinentes de Argentina y Egipto «para la traducción de las obras completas de Borges al árabe».

Baur destacó también las notables referencias sobre Egipto en el trabajo del escritor argentino, que se hacen patentes en los pequeños textos que acompañaron  a casa una de las fotografías.

«Se notaba esa fascinación que tuvo Borges sobre este país, siempre con una mirada alternativa», destacó Baur en declaraciones a Infoarabe.com.

Tras su inauguración en el Consejo Superior de Cultura, la muestra se expuso en la Universidad de El Cairo y luego  en la Universidad de Ain Shams, para ser disfrutada por los estudiantes egipcios interesados en la obra de Borges.

Una vez finalizado ese periplo, exposición itinerante acabó en la Biblioteca de Alejandría, por la que el autor de «El Aleph» profesaba una absoluta admiración.

Nos sentamos junto a Maria Kodama a disfrutar de una infusión caliente y nos cuenta

-Me comentaste que tuviste una experiencia fabulosa en el desierto y que Goytisolo la hizo posible.
-En una de mis visitas, le dije a él que quería ir unos días al desierto de Marruecos. “¿En una carpa?”, me preguntó. Sí, en una carpa. Y me dijo: “Vas a ir con parientes de mi secretario”. Fueron unos 8 o 10 hombres conmigo. En medio del desierto, armaron mi carpa. De noche, las temperaturas bajaban 50 grados. Ellos dormían alrededor
de mi carpa, sobre alfombras, en sus bolsas de dormir. Esos árabes me advirtieron que les avisara si yo necesitaba salir, porque, obviamente, no había baños, había que ir caminando por el desierto y me advirtieron: “Mire que perderse aquí es morir y, si usted se muere, Juan nos mata. Así que mejor avísenos”.

En Marrakesh fui con unos 8 o 10 hombres al desierto. Armaron mi
carpa. De noche, las temperaturas bajaban 50 grados. Ellos dormían a
mi alrededor, en bolsas de dormir.
María Kodama

-¿Cómo viviste aquella experiencia?
-Pasé como diez noches en el desierto. La primera noche me desperté tiritando. Me dije: es la malaria. Luego, pensé: «No, qué estúpida, estoy en el desierto, cómo va a ser malaria». Salí y les dije a mis guardianes que tenía mucho frío. Encendieron una hoguera y fue increíble cómo esas llamas calentaban toda la carpa en su interior.
Era como una bola de fuego, extrañísimo. Fue una experiencia maravillosa. Allí me sentí realmente libre. Recuerdo un atardecer en que sentí algo muy raro dentro de mí, no sé si en el cerebro o en el corazón. Algo indescriptible. Pasaron 17 años y un día alguien me llama y me da la noticia de la muerte de una de las personas que más
daño me había hecho con su campaña en mi contra después de la muerte de Borges. Creían darme una buena noticia con esa muerte. Pero yo no sentí nada. Estoy completamente libre, pensé, y recordé aquella experiencia en el desierto; esa vastedad que me hizo entender las cosas desde otro ángulo.

-Los grandes maestros, los más sabios, pasaron por el desierto. Se sabe que Cristo también lo hizo en el desierto de Judá, durante cuarenta días y cuarenta noches.
-Yo escribí un cuento con ese tema.

-¿En serio? ¿Cómo se titula?
-«Jesús».

-Ojalá lo podamos leer algún día. No está en tu libro «Relatos».
-No. Aquello del desierto fue único. Con Borges también estuvimos en el desierto, en Egipto, cuando nos llevaron a la pirámide de Zóser de Saqqara.

-Aquí tengo lo que escribió en «Atlas»: “A unos trescientos o cuatrocientos metros de la Pirámide me incliné, tomé un puñado de arena, lo dejé caer silenciosamente un poco más lejos y dije en voz baja: Estoy modificando el Sahara…”
-Sí.

-Recuerdo que conociste a Salman Rushdie, autor de «Los versos satánicos». ¿Cómo sucedió y qué nos podés decir de él?
-Qué historia ésa. A Rushdie lo condenaron a muerte, ¿te acordás? (Se refiere a la decisión de un tribunal islámico que en 1989 consideró blasfemos Los versos satánicos). Un día me llama el agente literario de Borges de Nueva York y me pide que lo ayude. Me cuenta que Salman Rushdie va a venir a Buenos Aires y que por favor me ocupe de él. Me
acuerdo que lo llevé a comer a Teatriz. Cuando fui a reservar, les dije en el restaurante que iba a ir a comer con un escritor y que reservaran seis mesas en el centro del salón. ¿Seis mesas para dos personas? Les comenté quién era y por qué venía con 6 u 8 guardaespaldas. ¿Y si nos ponen una bomba? –me preguntaron medio asustados–. Por suerte no pasó nada: todo salió perfecto.

-¿Cómo es él?
-Un señor formal, amable y un lector de Borges.

Con cada muestra, Kodama continúa con su labor como defensora y propagadora del legado del que fue su marido, que realiza como presidenta de la Fundación Internacional Jorge Luis Borges. Un trabajo que le agradece Baur, para quien «el gran padre de las letras argentinas ya no es patrimonio de Argentina, sino de los lectores de todo el mundo»

 

 

Última modificación: 16 marzo 2023